miércoles, 9 de abril de 2014

Restaurante Celler de Can Roca

Suena a pedante pero es tal cual, tenía dudas de si llegaría a los niveles del Bulli. Uno tiene la suerte de haber probado los dos restaurantes siendo el mejor del mundo así que de alguna manera los puedo comparar. Hay críticas gastronómicas perfectamente detalladas yo lo resumiré en 4 puntos.
1)      Cual es mejor? La sensación es que el Bulli aplicaba más tecnología, más innovación. Eso no es ni mejor ni peor, a mi personalmente me gusta más por el hecho de descubrir cosas nuevas, que en mi casa ni con mi nivel como cocinero podría elaborar, pero lo cierto es que el Celler de Can Roca tiene la ciencia suficiente como para ostentar tan honorado título. De hecho tengo dudas de que esa percepción sea real. Quizás el recuerdo de haber tomado una esferificación por primera vez (las aceitunas del Bulli) es tan grande que hace que no valore las múltiples que tomé el pasado viernes, en otras palabras, que ahora ya estamos acostumbrados a la innovación.

2)      Cocción y esencias: El punto fuerte, único, perfecto. Como he explicado algunas veces mi cocina tiende a cocer cada vez menos las carnes y pescados. Joan Roca consigue el crudo cocinado, el intenso sabor de los productos crudos, con la textura y solidez de los cocinados. Eso lo consigue con cocciones largas a baja temperatura, aspecto que, como nos explicaron en la cocina, cuidan al detalle. Espectacular. A la vez, sus platos vienen acompañados de las esencias de los mismos. Como si de Jean-Baptiste Grenouille se tratara, Joan Roca sustrae la esencia de los productos y te los sirve aparte.


3)      Presentación.  Junto a las cocciones destaco las presentaciones. Curiosamente el sabor enmascara el elemento estético de los platos y es después, al verlos en foto y por lo tanto perder el sentido del gusto y el olfato, cuando se agudiza el de la vista. Veo las fotos y constato que delante nuestro teníamos obras de arte.



4)      Trato. Nos estudian, nos vigilan, nos captan. Camareros, somelier, maitre, hasta el propio Joan Roca, consiguen adaptarse a cada tipo de cliente. Si necesitan intimidad se la ofrecen, trato personal, distendido, lo consiguen. Si buscan seriedad y discreción seguro que también lo puedes encontrar en el Celler. Nosotros somos amantes de reír, de ir correctamente vestidos pero sin estridencias y de comer como si estuviéramos en casa. Pues así me sentí, los platos llegaban cuando queríamos, hasta 3 o 4 horas estuvimos allí y ninguna espera excesiva, ni prisas, con la sensación de conocer el servicio de toda la vida. Y lo más, más importante, unos 10 minutos de conversación con el mejor cocinero del mundo, una persona con trabajo, familia, ego (en el buen sentido de la palabra) que se digna a contarnos intimidades del lugar, de su cocina, y hasta de su gente. Encontramos lo que buscamos porque un tres estrelles debe saber darle al cliente lo que quiere.
 
En el Bulli dije que repetiría y me lo cerraron, así que me reservo la frase no sea que no se me presente de nuevo la oportunidad.

sábado, 18 de enero de 2014

Restaurante Escuela de cocina y pastelería Terra d’Escudella



Disfrutar con propuestas divertidas. Esto definiría el restaurante. Se trata como su nombre indica de un menú degustación de varios platillos propuestos por los alumnos de la escuela, (4 de ellos). Por 34 euros (más vino) y con una buena predisposición a aceptar una cocina divertida, buena, con presentaciones y sabores innovadores, es un restaurante excelente. Lo paradójico es que el plato que menos me gustó fue el que más me apetecía, una vieira con foie algo fría y con sabor diluido, especialmente del segundo. El resto, fantástico.




Cada día el menú es diferente, lo actualizan en su web http://terradescudella.com/

miércoles, 8 de enero de 2014

Restaurante Château de Brangoly

Tenía muchas ganas de hablar de este peculiar restaurante cerca de Latour de Carol, en la Cerdaña francesa. Fuimos en agosto, es recomendable ir al mediodía para gozar de su montañoso y tranquilo entorno, pero quieríamos un poco de romanticismo y elegimos la noche para una cena. Se trata de una table d'hôtes o lo que es lo mismo un menú único que sirven para los huespedes del hotel. Un entrante, segundo y postre sin posibilidad de elegir (simplemente alguna indicación en el momento de la reserva). Evidentemente pedimos que fuera sorpresa, tal cual venía nos lo explicaban.
La cena fue muy agradable, íntima y divertida. Hablaría de lo que comimos pero siempre es diferente así que vale la pena ir y dejarse llevar por lo que te sirvan. Sea lo que sea siempre se trata de una materia prima excelente, cocinada con gusto, y con una perfecta armonia entre sabores diferentes.
Hubo sólo dos detalles que no nos gustaron. El primero es simplemente una peculiaridad: tratándose de un restaurante en Francia (aunque regentado por catalanes), tendrían que tener algún vino de la región. Pedimos un Ribera del Duero llamado El arte de vivir, en cuyo tapón había palabras que te hicieran sentir bien. Buen vino.
El otro ya no es una "manía" sinó algo que creo deberían corregir. Los cafés se hacen mediante una Nespresso que teníamos al lado, se trata de un aparato terriblemente ruidoso, especialmente en un lugar tan tranquilo como el Château Brangoly.
El precio final fue de 25 euros más el vino (creo que son 20 al mediodía)
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He hablado del restaurante porque es un bloc gastronómico, pero lo que realmente vale la pena, es pasar un fin de semana o una temporada en el Hotel.

miércoles, 1 de enero de 2014

Restaurante Alba Granados

No tengo ganas de criticar en exceso. Estos huevos con trufa y foie estaban brutales, pero fue lo único.